En el grupo escultórico de la Anunciación - Encarnación hay un monumental rosario.
Los rosarios son comunes en muchas tradiciones y religiones. Todos tienen la función de dar ritmo a la oración. Supone una ayuda para la memoria.
Como descripción física, un rosario es un hilo con unos elementos o cuentas móviles. En la tradición cristiana, el rosario posee 50 cuentas separadas de diez en diez por otra de mayor tamaño, y sus extremos se unen en una cruz. En total hay 54 cuentas. Cada cuenta es un Ave María, después de cada 10 se reza un Padrenuestro. Una vez acabadas todas las cuentas, se rezan las Letanías. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanueo que significa súplica o rogativa.
PENSANDO UN POCO MÁS...
¿Por qué no evoluciona con los tiempos el mensaje de la Iglesia?
“No se trata de un alimento cocinado, calentado y recalentado, que se nos vuelve a proponer desde hace dos mil años. Porque es el mismo Dios el origen de la juventud y la vida. Y si la fe es un don que nos viene de Él –el agua fresca que nos viene donada siempre- aquella que nos permite vivir y de la que después nosotros podemos tomar como fuerza vivificadora por los caminos del mundo, quiere decir entonces que la Iglesia tiene la fuerza de rejuvenecer.”
Benedicto XVI. Radio Vaticana, 15 agosto 2005
Los rosarios son comunes en muchas tradiciones y religiones. Todos tienen la función de dar ritmo a la oración. Supone una ayuda para la memoria.
Como descripción física, un rosario es un hilo con unos elementos o cuentas móviles. En la tradición cristiana, el rosario posee 50 cuentas separadas de diez en diez por otra de mayor tamaño, y sus extremos se unen en una cruz. En total hay 54 cuentas. Cada cuenta es un Ave María, después de cada 10 se reza un Padrenuestro. Una vez acabadas todas las cuentas, se rezan las Letanías. Etimológicamente la palabra letanía proviene del vocablo griego litanueo que significa súplica o rogativa.
PENSANDO UN POCO MÁS...
¿Por qué no evoluciona con los tiempos el mensaje de la Iglesia?
“No se trata de un alimento cocinado, calentado y recalentado, que se nos vuelve a proponer desde hace dos mil años. Porque es el mismo Dios el origen de la juventud y la vida. Y si la fe es un don que nos viene de Él –el agua fresca que nos viene donada siempre- aquella que nos permite vivir y de la que después nosotros podemos tomar como fuerza vivificadora por los caminos del mundo, quiere decir entonces que la Iglesia tiene la fuerza de rejuvenecer.”
Benedicto XVI. Radio Vaticana, 15 agosto 2005
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